Te escribo para darte las gracias por estos días, semanas, años compartidos, pero es el momento de dejarte partir. Te dejé atarte a mí en demasiadas ocasiones, en muchas de ellas me abrazaste tan fuerte, que apenas me dejabas respirar. Me generaste mucha angustia e inseguridad al tenerte tan presente, en situaciones en las que podía haber caminado libre. Te doy las gracias, y no es que me despida de ti para siempre, tal vez en alguna ocasión, donde realmente seas necesario, contaré contigo. En estos momentos de mi vida, conocí la libertad, la alegría, la Fe, la aceptación, la autoestima, todas ellas me hacen compartir grandes y pequeños momentos, en plenitud. Me dan la oportunidad de caminar, avanzar; me aceptan, las acepto con sus consecuencias. Gracias por haber estado, por los momentos de soledad, oscuridad, rabia y tristeza… Porque gracias a ti querido miedo conseguí ser quien soy hoy. ¡HOY TE DEJO LIBRE! Gracias.